Puerto Rico se acerca vertiginosamente a cumplir el abominable deseo de algunos políticos del patio, anexionistas nauseabundos que se avergüenzan de la puertorriqueñidad, y sueñan con un PR sin puertorriqueños. Y no es imaginación. Así mismo lo expresaron en el chat de la aplicación Telegram que se publicó durante la turbulencia del levantamiento popular que destituyó el gobernador Ricky Roselló en el verano del 2019.
Cuatro años han pasado desde entonces, pero las acciones del actual gobierno liderado por Pedro Pierluisi, otro corrupto anexionista que considera al invasor EUA como su amo y señor mientras desprecia a nuestro pueblo, han aumentado las posibilidades de que la población boricua se reduzca al mínimo. Ya sea por muertes por negligencias, por accidentes prevenibles en las carreteras, por suicidios, por la extrema violencia y los feminicidios que están arropando al país, o por la eventual emigración forzada.
La situación para la gran mayoría del pueblo es insostenible sin que el gobierno intervenga a su favor. Al contrario, ha privatizado los servicios esenciales como la salud, y está en vías de privatizar la educación, ha permitido el desplazamiento de poblaciones pobres para dar prioridad a los arrendamientos de corto plazo y ha promovido las edificaciones de viviendas de lujo para extranjeros millonarios. A éstos les facilita permisos de construcción hasta en áreas protegidas por su valor histórico o ambiental.
El propósito final es sustituir la población.
Pero cada vez hay más grupos comunitarios, ambientalistas, de apoyo mutuo y de organizaciones progresistas que van uniendo voluntades para enfrentar esta agresión, tanto del imperio a través de la Junta de Control fiscal impuesta por el gobierno estadounidense, como de sus lacayos locales.
Desde Puerto Rico, para Radio Clarín de Colombia, les habló, Berta Joubert-Ceci.
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