Bad Bunny

Bad Bunny

Esta semana tuvo lugar la serie de tres conciertos de Bad Bunny en Puerto Rico. El primer día que se presentó en el Coliseo Agrelot, lo llenó a capacidad y se transmitió simultáneamente en 13 lugares a través de la isla, además de una televisora local.

Y, ¿por qué toco este tema, qué importancia política tiene esto?

Si bien Benito Antonio Martínez Ocasio, el Conejo Malo, ha sido un furor a nivel internacional, es aquí, en su patria, donde su influencia en la juventud tiene más relevancia. Y también las opiniones más diversas y hasta de odio de quienes no pueden salir de sus conceptos anquilosados e hipócritas sobre lenguaje y sexualidad.

El que no se esté de acuerdo con su lenguaje lleno de palabras obscenas, no oculta el poder de sus denuncias. Aquí no es cuestión de analizar sus cualidades musicales, sino de evaluar el verdadero mensaje profundo que hace de la realidad actual. Utiliza el lenguaje de la calle boricua, sin ambigüedades, y va directamente al grano. Contrasta con la obscenidad en la ejecutoria de los gobiernos coloniales y en particular del gobierno fallido de Pierluisi, y la Junta de Control Fiscal, que con sus más finas palabras están cometiendo un genocidio contra el pueblo.

Las palabras y las vestimenta desafiantes del Conejo Malo resuenan con una juventud harta de la corrupción y opresión gubernamental y de una sociedad que se desboca hacia un abismo colonial. En esta generación de jóvenes está la que intenta con uñas y garras, defender nuestras playas, nuestras tierras, desarrollando la sustentabilidad agrícola. Defendiendo sus derechos de expresión de género.

Y como ha dicho Bad Bunny, “Hay que romper eso de que los gringos son dioses… No, papi”.

Para Radio Clarín de Colombia, les habló, Berta Joubert-Ceci

 


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