¡ÚLTIMA HORA! La noche del 24 de julio, apenas a minutos de la medianoche, el gobernador de Puerto Rico Ricardo Rosselló finalmente emitió el anuncio de su renuncia por medio de un mensaje grabado en su página de Facebook. Lo hizo después de mantener a la Legislatura, al pueblo y a periodistas en vilo por horas, convocados para una rueda de prensa a las 4 p.m., siendo otra muestra más de su desdén hacia el pueblo. No solo retrasó el anuncio, sino que proclamó que su renuncia sería efectiva una semana después, el 2 de agosto a las 5 p.m.
En las calles, el pueblo gritaba: ¡Ricky no renunció! Lo botamos! adueñándose así de la victoria.
La enorme indignación sentida en cada poro del pueblo boricua brotó en masivas manifestaciones el 13 de julio tras la revelación del contenido de un vergonzoso chat de la aplicación Telegram entre el gobernador Ricardo Rosselló y 11 de sus más cercanos colaboradores, todos hombres. Su contenido que cubre solo 50 días, refleja el enorme desprecio de esta “manada” hacia el pueblo boricua. Escritos de la forma más sucia y denigrante con insultos sexistas, homofóbicos y racistas, incluyendo hasta amenazas hacia funcionarias y funcionarios electos, denotan un elitismo cruel y perverso hacia quienes no sean hombres blancos y ricos. La barbarie de burlarse hasta de los muertos por el Huracán María no tiene comparación. Hasta el sentimiento anti puertorriqueño de estos miembros del Partido Nuevo Progresista–que persigue la estadidad–se demuestra cuando uno de ellos dice que “ve el futuro de Puerto Rico y es maravilloso, sin puertorriqueños.”
La gran labor de periodistas del Centro de Periodismo Investigativo de Puerto Rico logró la publicación de 889 páginas de este chat, poniendo en marcha un proceso de concientización popular nunca visto en el archipiélago. Es prueba fehaciente de la importancia que tiene la información correcta en manos del pueblo.
Contexto
Esta publicación fue como la consabida gota que colmó la copa. La consecuencia de años de recesión económica que mermaron la frágil sostenibilidad fiscal del país, hasta la imposición de una Junta de Control Fiscal bajo la ley Promesa aprobada por el Congreso estadounidense bajo la administración de Obama para pagar una deuda ilegítima de más de $74 mil millones.
Las medidas de austeridad y la ola de privatizaciones desencadenadas tanto por la Junta como por el mismo gobierno que impuso una Reforma Laboral mermando los derechos laborales, han sofocado a la población. Súmese el terrible golpe de los huracanes Irma y María que produjeron una enorme pérdida económica y empujó a casi un cuarto de millón de boricuas a un exilio involuntario. Más de 400 escuelas cerradas, aumento del costo de la matrícula en la Universidad pública, servicios médicos reducidos, aumentos en impuestos y servicios que elevan el costo de vida a la vez que se reducen pensiones, bonos y se efectúan despidos.
Todo esto enmarcado en un amplio esquema de corrupción donde millones de dólares en fondos federales y de las propias arcas del pueblo fueron robados por oficiales del gobierno y contratistas beneficiados por sus relaciones con diferentes políticos. Esto incluye hasta la Secretaría de Educación, Julia Keleher, una norteamericana a la cual se le pagaba $250,000 en un país en bancarrota. Ella, responsable del cierre de por lo menos 400 escuelas, y del intento de privatización de las escuelas públicas, ahora fue arrestada y se encuentra enfrentando un proceso federal por robo y desvío de fondos en educación. El mismo día de su arresto fueron también procesadas cinco personas más dirigentes de programas bajo la administración de Rosselló, incluyendo el tan importante de salud.
‘Somos más y no tenemos miedo’
Cada boricua es como una olla de presión y a la vez hay una olla colectiva que como pueblo, ha recibido innumerables ofensas. La indignación y el dolor sentido por ese pueblo que tuvo que unirse para recuperarse solo porque el estado, tanto el federal del cual como colonia depende, y el local que administra, le falló terriblemente.
Ahora ese pueblo dijo ¡BASTA! y se volcó en las calles. Cada día, en cada pueblo, y sobre todo frente al Palacio de Santa Catalina, la Fortaleza, donde reside el gobernador en el Viejo San Juan.
Sin banderas de partidos, ondeando solo la monoestrellada en sus colores originales de rojo, azul y blanco o la de luto en blanco y negro. Ni una bandera estadounidense, indicando la firme decisión de afianzar la identidad boricua frente a un gobierno pro estadista y una Junta estadounidense. Es el pueblo autoconvocado, con toda su diversidad que abruptamente rompió con el sexismo, el racismo y la homofobia como respuesta a la afrenta presentada por los mal llamados líderes en el chat de Telegram. Un salto en la concientización colectiva. De pronto se perdió el miedo uniéndose bajo el reclamo de “¡Ricky renuncia!” Miles de personas de todas las edades que nunca habían participado en manifestaciones. Familias enteras con sus hijas e hijos a cuestas, personas muy mayores, y una enorme cantidad de jóvenes.
Boricuas fuera del archipiélago se unieron en manifestaciones, desde la Diáspora en los Estados Unidos, hasta boricuas en los diferentes países que enviaban fotos o videos por los medios sociales, uniéndose al reclamo. Artistas, deportistas, científicos boricuas se manifestaron de una forma u otra. Hasta el astronauta Joseph Acaba envió una foto desde el espacio con un cartel que decía Ricky Renuncia.
En las casi dos semanas de manifestaciones ininterrumpidas se ha constatado la creatividad boricua. Los carteles escritos a mano con mensajes reflejando el sentimiento particular y las formas de protesta, desde bailes, cacerolazos, acrobacias, teatro de calle, carreras de motocicletas, de bicicletas y hasta de lanchas.
Un importante aspecto ha sido la aparición de nuevos activistas del pueblo como por ejemplo el Rey Charlie, un motociclista con liderazgo excepcional. Con solo 30 años, tiene un gran poder de convocatoria, siendo capaz de aglutinar a miles de entusiastas en carreras de motorizados. En la última convocatoria, se reunieron más de 10,000 motorizadas y motorizados. Pero aún más significativo es su esfuerzo por integrar a las personas que habitan en los residenciales públicos, quienes han sido objeto de discriminación por ser pobres y muchas veces ignorados por el movimiento progresista.
Realmente, nunca antes el pueblo se había tirado a la calle tan consistentemente como ahora. Lo más cercano fue la lucha para sacar la Marina estadounidense de la islita de Vieques. Pero incluso ahí, no fue hasta dos años de comenzada la lucha que se lograron manifestaciones multitudinarias como la alcanzada estos días. Ahora, ese pueblo tardó solo una semana para lograr la unión de cerca de un millón de boricuas–casi un tercio de la población–en lo que fue la manifestación más grande de la historia.
¿Cuál es el significado?
Un pueblo que ha sido colonia durante más de 500 años, primero de España y luego de Estados Unidos, ha sido también víctima de una gran represión. El miedo y el engaño han sido una constante impuesta por los imperios que han utilizado los más diversos métodos para ahogar la lucha libertaria.
Sin embargo, ahora ese pueblo perdió el miedo y se volcó en las calles. Han seguido el legado de figuras de nuestra liberación, desde Ramón Emeterio Betances, Eugenio María de Hostos, Lola Rodríguez de Tío, Lolita Lebrón, Rafael Cancel Miranda, Filiberto Ojeda Ríos, Oscar López, nuestrxs estudiantes y maestrxs que han luchado por una educación pública, lxs integrantes de la lucha ambiental, sindicatos militantes y clasistas, las mujeres y los grupos género diversos. Toda esa gama de revolucionarixs boricuas que han mantenido la antorcha de la lucha por la justicia social y económica, y sobre todo por la liberación de la colonia, que es la fuente de las corrupciones gubernamentales.
Ahora ese pueblo ha podido constatar que sí tiene poder, que unidad en acción es posible y lleva a la victoria. Han pasado de la indignación a la digna acción. Han dado un enorme salto dialéctico que será imposible de detener.
El camino es largo y solo está comenzando. Como decía la mayoría de manifestantes, “no es solo Ricky, queremos un país nuevo.” Y ese país solo puede ser nuevo y justo cuando sea libre y soberano. Esa nueva ola de activismo, sobre todo de la juventud, que no ha tenido miedo a enfrentar a esa policía criminal que con gases lacrimógenos intentó sofocar las manifestaciones, ha dicho: “Somos más y no tenemos miedo.” A esa juventud tan digna y valiente que representa lo mejor de nuestra nación, decimos “Hasta la victoria.”
¡Viva la Revolución Boricua!
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