La situación de Guinea pone al descubierto la codicia de las empresas mineras extranjeras en el Sahel

Los guineanos se reúnen en las calles de Conakry tras el golpe de Estado de septiembre de 2021. Foto: Xinhua

El 20 de octubre de 2022, en Guinea, el Frente Nacional de Defensa de la Constitución (FNDC) llamó a protestar en las calles. Los manifestantes exigían al Gobierno militar (el Comité Nacional de Reconciliación y Desarrollo, o CNRD) libertad para los presos políticos y un marco para regresar a un Gobierno civil. Se enfrentaron violentamente a las fuerzas de seguridad y en Conakry, la capital, al menos cinco personas resultaron heridas y tres murieron por heridas de bala. Los principales actos de violencia se produjeron en Ratoma, una de las comunas más pobres.

En septiembre de 2021, el CNRD, dirigido por el coronel Mamady Doumbouya, derrocó al Gobierno de Alpha Condé, con más de una década en el poder e impregnado de corrupción. En 2020, el Colectivo para la Transición en Guinea (CTG) denunció por soborno ante la Fiscalía Nacional Financiera al hijo de Alpha Condé (Alpha Mohamed Condé) y al ministro de Defensa (Mohamed Diané). Los acusaban de recibir sobornos de un consorcio internacional a cambio de derechos de explotación de bauxita cerca de Boké.

Boké, al noroeste de Guinea, es el epicentro de la extracción de bauxita (esencial para el aluminio). Guinea posee las mayores reservas del mundo de este mineral (estimadas en 7.400 millones de toneladas métricas) y es el segundo productor a nivel mundial (después de Australia). Toda la minería de Guinea está controlada por empresas multinacionales, como Alcoa (estadounidense), China Hongqiao y Rio Tinto Alcan (anglo-australiana), asociadas a entidades estatales guineanas.

Cuando el CNRD tomó el poder, uno de los temas principales era el control de los ingresos de la bauxita. En abril de 2022, Doumbouya reunió a las principales empresas mineras y dijo que antes de finales de mayo tenían que presentar una hoja de ruta para la creación de refinerías de bauxita en Guinea o abandonar el país. Doumbouya declaró: A pesar del auge de la minería en el sector de la bauxita, está claro que los ingresos previstos están por debajo de las expectativas. No podemos seguir con este juego de tontos que perpetúa una gran desigualdadentre Guinea y las empresas internacionales. El plazo se ha ampliado hasta junio, y las exigencias del ultimátum para cooperar o marcharse continúan.

Al igual que los Gobiernos militares de Burkina Faso y Mali, el CNRD en Guinea, llegó al poder en un contexto popular de hartazgo de las oligarquías locales y del dominio francés. Los comentarios de Doumbouya en 2017 en París reflejan este sentimiento. Dijo que los militares franceses en Guinea subestiman las capacidades humanas e intelectuales de los africanos… Tienen actitudes altaneras y se toman por el colono que todo lo sabe, que todo lo domina. Este Gobierno golpista conformado por una fuerza antiterrorista de élite creada por Alpha Condé – ha captado las frustraciones de la población, pero es incapaz de construir un programa viable para salir de la dependencia de las empresas mineras extranjeras. Mientras tanto, es poco probable que las protestas por el retorno a la democracia sean sofocadas.

Este artículo fue producido para Globetrotter. Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio. Es miembro de la redacción y corresponsal en jefe de Globetrotter. Es editor en jefe de LeftWord Books y director del Instituto Tricontinental de Investigación Social. También es miembro senior no-residente del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China. Ha escrito más de 20 libros, entre ellos The Darker Nations y The Poorer Nations. Sus últimos libros son Struggle Makes Us Human: Learning from Movements for Socialism y The Withdrawal: Iraq, Libya, Afghanistan, and the Fragility of U.S. Power (con Noam Chomsky).


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