La estrategia de los aliados occidentales: seƱalar a China y Rusia mientras intimidan al resto del mundo

El 21 de enero de 2022, el vicealmirante Kay-Achim SchƶnbachĀ asistió a una charla en Nueva Delhi, India, organizada por elĀ Instituto Manohar Parrikar de Estudios y AnĆ”lisis de Defensa. Schƶnbach habló comoĀ jefeĀ de la marina alemana. ā€œLo que realmente quiere es respetoā€,Ā dijo, refiriĆ©ndose al presidente de Rusia, Vladimir Putin. ā€œY, dios mĆ­o, respetar a alguien cuesta poco, o nadaā€. Agregó que, en su opinión, ā€œes incluso fĆ”cil darle el respeto que realmente exige y probablemente, tambiĆ©n mereceā€.

Al dĆ­a siguiente, el 22 de enero, el ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba,Ā convocó a Kiev a la embajadora de Alemania en Ucrania, Anka Feldhusen, y ā€œexpresó su profunda decepciónā€ por la falta de suministro de armas alemanas a Ucrania y, tambiĆ©n, por los comentarios de Schƶnbach en Nueva Delhi. El vicealmirante Schƶnbach emitió un comunicado poco despuĆ©s,Ā diciendo: ā€œAcabo de pedir a la ministra Federal de Defensa [Christine Lambrecht] que me libere, con efecto inmediato, de mis funciones y responsabilidades como inspector de la marinaā€. Lambrecht no esperó mucho para aceptar la dimisión.

ĀæPor quĆ© fue despedido el vicealmirante Schƶnbach? Porque dijo dos cosas que sonĀ inaceptablesĀ para Occidente: primero,Ā queĀ ā€œla penĆ­nsula de Crimea se ha ido y nunca [volverĆ”]ā€ a Ucrania y, segundo, que Putin debe ser tratado con respeto. El ā€œtema Schƶnbachā€ es una vĆ­vida ilustración del problema actual al que se enfrenta Occidente, en donde el comportamiento ruso se califica rutinariamente de ā€œagresiónā€ al tiempo que se desprecia la idea de ā€œrespetarā€ a Rusia.

Agresión

A finales de enero de 2022, la administración del presidente estadounidense Joe Biden comenzó aĀ usarĀ la palabra ā€œinminenteā€ para describir una posible invasión rusa a Ucrania. El 18 de ese mes, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, no utilizó la palabra ā€œinminenteā€, pero estuvo implĆ­cita en suĀ comentario: ā€œNuestra opinión es que se trata de una situación extremadamente peligrosa. Ahora estamos en una etapa en la que Rusia podrĆ­a, en cualquier momento, lanzar un ataque a Ucraniaā€. Unos dĆ­as despuĆ©s, el 25 de enero, al referirse al posible calendario de una invasión rusa,Ā dijo: ā€œCreo que cuando dijimos que era inminente, sigue siendo inminenteā€. Luego, el 27 de enero, cuando se le preguntó sobre su uso de la palabra ā€œinminenteā€ con respecto a la invasión, PsakiĀ respondió: ā€œNuestra evaluación no ha cambiado desde ese momentoā€.

El 17 de enero, mientras se intensificaba en Washington la idea de una ā€œinminenteā€ ā€œinvasiónā€, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov,Ā rebatió la sugerencia de ā€œla llamada invasión rusa de Ucraniaā€. Tres dĆ­as despuĆ©s, el 20 de enero, la vocera del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, Maria Zakharova, negó que Rusia fuera a invadir Ucrania, peroĀ agregó que hablar de esa invasión permitĆ­a a Occidente intervenir militarmente en Ucrania y amenazar a Rusia.

Incluso una módica cuota de memoria histórica podrĆ­a haber mejorado el debate sobre la intervención militar rusa en Ucrania.Ā TrasĀ el conflicto Georgia-Rusia en 2008, la Misión Internacional Independiente de Investigación del Conflicto en Georgia de la UE, dirigida por la diplomĆ”tica suiza Heidi Tagliavini, descubrió que la guerra de información en el perĆ­odo previo al conflicto habĆ­a sido tergiversadora e incendiaria. En contra de las declaraciones georgianas y occidentales, TagliaviniĀ afirmó que ā€œno habĆ­a ninguna invasión militar masiva rusa en curso que haya tenido que ser detenida por las fuerzas militares georgianas que bombardearon Tsjinvaliā€. La idea de ā€œagresiónā€ rusa que se ha mencionado en los Ćŗltimos meses, al referirse a la posibilidad de que Rusia invada Ucrania, reproduce el tono que precedió al conflicto entre Georgia y Rusia, otra disputa sobre las antiguas fronteras soviĆ©ticas que deberĆ­a haberse gestionado diplomĆ”ticamente.

Los polĆ­ticos y los medios de comunicación occidentales hanĀ utilizadoĀ el hecho de que 100.000 soldados rusos se hayan estacionado en la frontera de Ucrania como una seƱal de ā€œagresiónā€. La cifra – 100.000 – suena amenazante, pero ha sido sacada de contexto. Para invadir Irak en 1991, Estados Unidos y sus aliadosĀ reunieronĀ mĆ”s de 700.000 soldados, junto con toda la tecnologĆ­a bĆ©lica estadounidense que tenĆ­an en sus bases cercanas y barcos. Irak no contaba con aliados y tenĆ­a una fuerza militar agotada por la guerra de desgaste contra IrĆ”n, que duró una dĆ©cada. El ejĆ©rcito ucraniano – regular y de reserva – cuentaĀ con unos 500.000 soldados (respaldados por el millón y medio de tropas de los paĆ­ses de la OTAN). Con mĆ”s de un millón de soldados uniformados, Rusia podrĆ­a haber desplegado muchas mĆ”s tropas en la frontera ucraniana (y hubiera necesitado hacerlo) para una invasión a gran escala de un paĆ­s socio de la OTAN.

Respeto

La palabra ā€œrespetoā€, utilizada por el vicealmirante Schƶnbach, es clave en el debate sobre la irrupción de Rusia y China como potencias mundiales. El conflicto no tiene que ver Ćŗnicamente con Ucrania, al igual que el conflicto en el Mar de China Meridional no tiene que ver Ćŗnicamente con TaiwĆ”n. El verdadero conflicto gira en torno a si Occidente permitirĆ” que tanto Rusia como China definan polĆ­ticas que se extiendan mĆ”s allĆ” de sus fronteras.

Rusia, por ejemplo, no era vista como una amenaza o agresión cuando estaba en una posición menos poderosa en comparación con Occidente (despuĆ©s del colapso de la URSS). Durante el mandato de Boris Yeltsin (1991-1999), el Gobierno ruso fomentó el saqueo del paĆ­s por parte de la oligarquĆ­a – la cual, hoy en dĆ­a, reside en buen parte reside en Occidente – y definió su propia polĆ­tica exterior basĆ”ndose en losĀ objetivosĀ de Estados Unidos. En 1994, ā€œRusia se convirtió en el primer paĆ­s en unirse a laĀ Asociación para la PazĀ de la OTANā€, y ese mismo aƱo, Rusia inició un proceso de tres aƱos para unirse al Grupo de los Siete, que en 1997Ā se amplió al Grupo de los Ocho. Putin llegó a la presidencia de Rusia en el aƱo 2000, heredando un paĆ­s enormemente agotado, y prometió reconstruirlo para que Rusia pudiera desarrollar todo su potencial.

Tras el colapso de los mercados crediticios occidentales en 2007-2008, Putin comenzó aĀ hablarĀ de la nueva solidez de Rusia. En 2015, me reunĆ­ con un diplomĆ”tico ruso en Beirut, quien me explicó que a Rusia le preocupaba que el acceso a sus dos puertos de aguas cĆ”lidas – en Sebastopol, Crimea, y en TartĆŗs, Siria – fueran amenazadas por diversas maniobras respaldadas por Occidente. SegĆŗn me dijo, fue en reacción a estas provocaciones que Rusia actuó tanto en Crimea (2014) como en Siria (2015).

Durante la administración del presidente Barack Obama, Estados Unidos dejó claro que tanto Rusia como China debenĀ permanecerĀ dentro de sus fronteras y conocer su lugar en el orden mundial. Una agresivaĀ polĆ­ticaĀ de expansión de la OTAN hacia Europa del Este y deĀ creaciónĀ de la Cuadrilateral (Australia, India, Japón y Estados Unidos) atrajo a Rusia y China a una alianza de seguridad que no ha hecho mĆ”s queĀ reforzarseĀ con el tiempo. Tanto Putin como el presidente chino Xi JinpingĀ coincidieronĀ recientemente en que la expansión de la OTAN hacia el este y la independencia de TaiwĆ”n no eran aceptables para ellos. China y Rusia ven las acciones de Occidente – tanto en Europa del Este como en TaiwĆ”n – como provocaciones contra las ambiciones de estas potencias euroasiĆ”ticas.

El mismo diplomĆ”tico ruso con el que hablĆ© en Beirut en 2015 me dijo, en ese momento, algo que sigue siendo pertinente: ā€œCuando Estados Unidos invadió ilegalmente Irak, ninguno de los medios de comunicación occidentales lo llamó ā€˜agresiónā€™ā€.

Este artĆ­culo fue producido paraĀ Globetrotter.

Vijay Prashad es un historiador, editor y periodista indio. Es miembro de la redacción y corresponsal en jefe de Globetrotter. Es editor en jefe de LeftWord Books y director del Instituto Tricontinental de Investigación Social. También es miembro senior no-residente del Instituto Chongyang de Estudios Financieros de la Universidad Renmin de China. Ha escrito mÔs de 20 libros, entre ellos The Darker Nations y The Poorer Nations. Su último libro es Washington Bullets, con una introducción de Evo Morales Ayma


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