Los Fuegos de las Amazonas: ¿Cómo es que esto esté pasando en tan grande escala? ¿Quién está detrás de esto?

En 1992, líderes de varios países se reunieron en Río de Janeiro, Brasil, a discutir cooperación mutual posguerra fría para desarrollo internacional. Los temas ambientales fueron el tema principal. 

En su discurso en esta junta, Fidel Castro, advirtió sobre la destrucción de la selva amazónica. Fidel señaló que una sociedad basada en consumismo es el culpable fundamental y que está orientado por la vieja metrópoli colonial y las políticas imperialistas que generaron la pobreza y el subdesarrollo que asaltan a la gran mayoría de la humanidad. También cuestionó qué, sin la supuesta amenaza del comunismo y — por lo tanto, sin el pretexto para la guerra fría, lo que está impidiendo que las naciones ricas y desarrolladas inviertan todos los recursos gastados en armas, que se gastarán en el desarrollo del Tercer Mundo, con pólizas que eliminarán el hambre, la pobreza y la destrucción ecológica del planeta.

Los reciente fuegos en la parte Brasileña de la selva amazónica son sólo el último y mayor golpe para el “Gigante Verde.” Después de ver videos en la televisión, en las redes sociales y en varios sitios web en todo el mundo, personas de todas partes de la tierra han reaccionado.

Todos se preguntan, cómo es que esto esté pasando en tan grande escala? ¿Quién está detrás de esto? ¿Porque es que el gobierno brasileño se ha quedado callado acerca de los incendios en la selva amazónica desde julio y no están haciendo nada concreto para extinguirlos? 

El silencio se debe a la participación del gobierno, aunque indirecta, en él. Durante su campaña presidencial, Jair Bolsonaro, habló muchas veces sobre la necesidad de desregular, aflojar y/o simplemente poner fin a muchas de las leyes y regulaciones que obstaculizaron la explotación de la Amazonía.

A la segunda pregunta, la respuesta es que el gobierno simplemente no quiere. Quieren dejar que la selva tropical se queme tanto como sea posible porque ese es el deseo de los grandes jefes de los negocios agrícolas, cárnicos y minerales. Brasil es el mayor exportador mundial de carne de res, soja, café y azúcar. También es uno de los más grandes exportadores de minerales en sus formas naturales. 

En una economía capitalista, industrias tan ricas y poderosas tienen mucho control sobre las decisiones de formulación de políticas. Brasil no es diferente. 

Con todo el dinero que tienen el negocio agropecuario desarrolló el lobby más poderoso de la historia del Congreso brasileño: el lobby rural o la Bancada Ruralista en portugués. Entre los objetivos principales del lobby rural están el perdón de las deudas contraídas por los agricultores, la expansión de las tierras cultivables y el fin de la demarcación de las tierras de los pueblos indígenas, porque consisten de uno de los obstáculos mayores para la expansión de sus negocios.

El Frente Agrícola Parlamentario (FPA) tiene el 40 por ciento de los representantes peleando por los intereses de grandes terratenientes y grandes agronegocios. Estos jefes irán a cualquier extremo o tomarán cualquier medidas para lograr sus objetivos, incluso matar personas o quemar un área más grande que muchos países. Nada es aprobado, o hecho, en el congreso brasileño sin el permiso del FPA.

La ex presidenta Dilma Rousseff no habría sido desplegada por falsos cargos de infracción y Lula no habría sido arrestada por cargos falsos sin el apoyo de este lobby. También, Bolsonaro no habrá sido elegido o no estuviera todavía en el palacio presidencial. Esto explica su silencio y su inercia con respecto al fuego que ha estado consumiendo una de las mayores maravillas de este planeta y el hábitat de una amplia variedad de especies vivas. Con cinco millones kilómetros cuadrados, la selva amazónica engloba una área más grande que la Unión Europea y que ocupa más de la mitad del territorio brasileño. Hogar de veinticinco millones de habitantes, una quinta parte de las plantas y animales de la tierra, y aproximadamente trescientos noventa mil millones de árboles, las Amazonas ha sido atacado desde que el primer colonizador pisó su suelo.

Deforestación de las Amazonas–con el uso de motosierras o fuego—nada nuevo para lxs indígenxs o el pueblo local. Las tribus indígenas, además de lidiar con la invasión de sus tierras y el asesinato de su gente, ahora también tienen que luchar contra la presión ejercida sobre las autoridades para poner fin a la demarcación de sus tierras, abriendo así aún más las puertas a los terratenientes y sus matones. Sin representación en el congreso, sus súplicas son escuchadas solo por unos pocos.

La deforestación de las Amazonas se zambulló durante diez años durante la administración del ex presidente Lula da Silva y Dilma Rousseff, pero subió otra vez durante el segundo término de este último, que coincidió con la crecimiento del Lobby Rural, que eligió alrededor del 44 por ciento del congreso. 

En 2016, la deforestación tuvo su crecimiento más grande con un aumento del 29 por ciento.

Esto paso directamente después del coup que sacó a Dilma Rousseff, reemplazandola Michel Temer, un buen amigo de las oligarcas, que allanaron el camino para la continuación de la destrucción de la Amazonía que, lamentablemente, continúa ardiendo.

En un estudio titulado “O Futuro Climático da Amazônia,” un científico brasileño llamado Antonio Nobre, discute que los árboles son más importantes para la sobrevivencia de nuestro planeta de lo que la mayoría de la gente piensa. Nobre, que también es un miembro del Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE), afirma que el agua que se evapora de los árboles, que se saca del suelo, disminuye la presión atmosférica cuando se condensa. Debido a la menor presión atmosférica, el aire húmedo del océano ingresa al continente creando un enorme flujo de agua vaporizada.

Este fenómeno se llama un “río volador.” Este río volador es más grande que cualquier otro río y a medida que se disuelve, se convierte en lluvia, no solo en el bosque sino en todo el continente. Sin los árboles para sacar el agua del suelo, la presión atmosférica aumentará, enviando así toda el agua al océano y, finalmente, creando un desierto donde alguna vez existió el bosque más grande de la tierra.

¿Quién es responsable?

En cuanto a la cuestión de quién tiene la culpa, primero tenemos que decir quien no tiene la culpa. El pueblo no tiene la culpa. 

El presidente brasileño Bolsonaro pone la culpa por estos incendios criminales sobre las organizaciones ambientalistas no gubernamentales y las personas que defienden el bosque.

Aunque no directamente prendió el fuego, es Bolsonaro quien es responsable. Él es culpable por desmantelar y desembolsar a propósito las agencias que estaban evitando la destrucción masiva del medio ambiente en Brasil. Él es culpable por su uso de palabras que empoderan a aquellos que ganan de ellos y que garantizan la impunidad de sus crímenes. También es culpable por haber puesto a Ricardo Salles como el ministro de ambiente, un hombre que declaró que las Amazonas debe de ser explotado y quien, según The Intercept, falsificó documentos para beneficiar a las empresas mineras. Es culpable, junto con los oligarcas que, a través del dinero y la influencia, todavía hacen creer a muchos trabajadores brasileños que lo que es bueno para los patrones es bueno para ellos. La lucha de las Amazonas representa la lucha, no solo del pueblo brasileño, pero también de todo Latinoamérica y el Caribe que, después de siglos de devastaciones, lucha por su supervivencia, su hábitat, su cultura e incluso la lluvia. 


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